Claudia Sheinbaum asume la presidencia ¿"El Beso Selló el pacto"?
- Javier García
- 2 oct 2024
- 2 Min. de lectura

Queridos lectores el día tan esperado llegó, la presidenta Claudia Sheinbaum, la primera mujer en asumir la presidencia de México.
Un evento histórico, sin duda, pero más allá del simbolismo de género, lo que quedó marcado en la memoria de millones de mexicanos fue su gesto servil al inclinarse y besarle la mano a Manuel Velasco, el mensajero del poder en las sombras.
No fue necesario leer entre líneas las imágenes y video no se hicieron esperar en las redes sociales, la nueva presidenta mostró, sin tapujos, a quién le debe su llegada al trono: no al pueblo, bueno y sabio, sino al vasallo del verdadero titiritero.
Así, arrancamos este nuevo capítulo político con el pie izquierdo, y vaya que está mal posicionado. Mientras aún se sienten los estragos de un país destrozado, sin reservas y con una polarización en auge, la presidenta Sheinbaum, parece más preocupada en complacer a los viejos poderes que en enfrentar las urgentes crisis y las causas que ahogan a México.
La sombra del Maximato se mira nuevamente, y el guion de los últimos seis años se seguirá repitiendo.
Porque sí, es cierto que una mujer al frente del gobierno es histórico, pero ¿qué pasa cuando lo único histórico es el género, y no el proyecto?
La presidenta Sheinbaum prometió un programa ambicioso, pero su primer acto de sumisión dice mucho más que cualquier discurso: continuidad disfrazada de cambio, lealtades no al país, sino a quienes de verdad manejan los hilos.
Y mientras tanto, las expectativas para el PIB siguen cayendo, analistas advierten sobre una posible recesión y el gobierno apenas arranca.
Pero no es todo culpa de Sheinbaum, claro.
El país ya fue arrasado por el mandato anterior, pero, claro, "AMLO lo hizo bien", como insisten sus fieles, aunque los datos digan lo contrario.
¿A dónde nos lleva este nuevo gobierno? Tal vez hacia una historia repetida, con una presidenta que en lugar de asumir el mando, se inclina.
Después de todo, cuando el río suena, es porque piedra lleva. ¿Y qué nos deja este río? Un país dividido, un poder que no cambia de manos, y una presidenta que, al parecer, no tendrá más opción que seguir el libreto que ya fue escrito para ella.
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