¡Vaya espectáculo el que tenemos en cartelera! Si pensaban que la política mexicana era la cumbre de la tragi-comedia, ¡agárrense! Parece que ahora hemos exportado nuestro show favorito a España.
Mientras en México el 50% de los ciudadanos todavía llevan el patriotismo tatuado en la piel, parece que la diplomacia no es nuestro idioma natural.
Y es que, entre más arremetan contra nuestro "mesías" tropical, más fuertes se hacen sus aplausos y adoradores.
Porque aquí, señoras y señores, la crítica resbala como agua en plumaje impermeable. Y entre más nos ataquen, más intocables parecen ser.
Ah, la oposición, ¿qué era eso? ¡Ah, sí! Un bonito concepto que hoy en día solo sirve de fachada. En México ya no tenemos oposición; solo actores secundarios en este teatro del absurdo, contentos con ser vasallos y firmar acuerdos convenientes bajo la mesa.
Aquí ya no se cabildea a favor del bien común; se negocia por conveniencia, y los que creen que están al frente, no son más que extras en una obra que nadie entiende.
Pero ahora, ¡Oh sorpresa!, la diplomacia mexicana ha cruzado el Atlántico. El líder del Partido Popular en España, Alberto Núñez Feijóo, anda rasgándose las vestiduras porque ni López Obrador ni su futura sucesora, Claudia Sheinbaum, invitaron al Rey de España a la toma de posesión. ¡Qué tragedia! Feijóo, en pleno acto patrocinado por el ex presidente José María Aznar, se lamenta:
"Una provocación inaceptable", dice.
Como si a los mexicanos les quitara el sueño que Felipe VI se quede sin su invitación. Mientras ellos discuten de "falta de respeto" y "crisis diplomática" en México y España, los ciudadanos de a pie no pueden evitar preguntarse: ¿a quién le importa?
La comedia política ha cruzado fronteras y parece que los políticos en ambos lados del océano están más preocupados por las cortinas de Humo, que por resolver los problemas reales de sus naciones. "(La INSEGURIDAD)"
Pero eso sí, amigos, el espectáculo debe continuar, porque en este circo internacional, las locuras siguen nublando el pensamiento razonable.
Al final, lo que queda claro es que el show político sigue contagiando, y mientras tanto, los problemas de la gente común quedan relegados a un segundo plano. ¿Alguien dijo populismo?
"El México Feliz: ¿Somos Parte de una Dinastía o Solo Espectadores del Poder?"
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