
Queridos lectores, hoy nos toca despedirnos de las mañaneras, ese show diario que muchos amaron y otros... bueno, no tanto.
En su última función, el presidente Andrés Manuel López Obrador no podía dejar pasar la oportunidad de arremeter contra sus enemigos imaginarios.
¡Sí! Esos que siempre aparecen para echarles la culpa de todo lo que sale mal. Al mismo tiempo, el Mandatario presumió los “logros” de su administración en materia económica y social, aunque, claro, los datos reales pintan otra historia. Como dijera el mismo ¡tengo otros datos!
Mientras criticaba los sexenios de Calderón, Fox y Peña Nieto, AMLO nos recordaba que en tiempos de Felipe Calderón, el índice de letalidad en enfrentamientos entre criminales y Fuerzas Armadas se disparó. Pero… ¿holaaaaa? ¿No eran los priistas y panistas los que querían militarizar el país?
Ahora resulta que la militarización no solo es necesaria, ¡es la joya de la corona de la 4T! Antes era malo, ahora es bueno… o tal vez solo hacía falta que alguien tuviera enemigos imaginarios para mantener al “pueblo bueno y sabio” aplaudiendo con fervor.
Ya no entiendo nada, pero sigamos con la historia, querido lector.
La reforma aprobada otorga fuero militar a los integrantes de la Guardia Nacional, que ahora serán parte formal de las Fuerzas Armadas. ¿Y qué significa esto? Pues que si uno de estos militares se ve envuelto en un acto ilícito, será la justicia castrense quien se encargue de investigar. Traducción: menos rendición de cuentas y más margen para abusos. Pero tranquilos, no nos preocupemos por cositas como asesinatos o violaciones a los derechos humanos, sigamos aplaudiendo.
Y mientras todo esto se cocina, tenemos un país que... bueno, ustedes saben. Sinaloa, Michoacán, Guerrero, Tamaulipas, Tabasco… ¡Mejor no hablemos de malas noticias! Lo cierto es que la presidenta electa recibirá un déficit financiero peor que el que recibió AMLO en 2018, y una crisis de inseguridad que hará que extrañemos los tiempos de los enemigos imaginarios.
Así que, queridos lectores, no se trata de ser "anti-AMLO", se trata de enfrentar la realidad. Una realidad sin enemigos imaginarios y sin pretextos para esquivar responsabilidades.
El legado más visible que deja AMLO no es el “pueblo feliz, feliz, feliz” que tanto prometió, sino una sociedad profundamente polarizada, llena de odio y confusión.
Las políticas sociales, lejos de resolver los problemas estructurales, solo han sido paliativos temporales, y la famosa frase de “no mentir” quedó en el olvido cuando él mismo rompió su juramento de respetar la Constitución.
Así que a la nueva presidenta electa, Claudia Sheinbaum, le espera un arduo trabajo. Porque mientras el “pueblo bueno y sabio” sigue esperando ese segundo piso de la transformación, las mismas caras de siempre se preparan para perpetuar las dinastías políticas en este México que aun no termina de despertar.
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