"Miguel Uribe Turbay: Más que una muerte, una posible consumación del poder que se devora a sí mismo"
- Armando Javier Garcia

- 11 ago
- 2 Min. de lectura

Quien pretende el poder total y absoluto termina cegado por su propia ambición. En su carrera por controlar cada decisión, recurso y voz, se convierte en la sombra de aquello que un día dijo defender.
El poder, cuando carece de contrapesos, no solo gobierna mal; puede destruir y decidir arbitrariamente quién puede existir políticamente y quién debe desaparecer del tablero.
Esta enfermedad del poder no reconoce fronteras: corroe conciencias, elimina disidencias y convierte la política en un campo de batalla silencioso, donde las traiciones no siempre se ven, pero se sienten en cada ausencia.
En México y Colombia, las historias parecen repetirse con nombres y fechas distintas, pero con un patrón similar: personajes con influencia, información y vínculos con el poder y el dinero, que terminan siendo objetivos de ataques.
En México, vimos que una línea de investigación amenazaba con acercarse a las cabezas detrás de redes de corrupción, los testigos clave o posibles delatores han desaparecido o han sido asesinados.
Este fenómeno se ha observado en el entramado tema del huachicol fiscal, donde empresarios, operadores políticos y funcionarios vinculados a aduanas han sido silenciados justo cuando podían “hablar de más”. Nombres como Sergio Carmona Angulo, Carlos Narváez Romero, Gerardo Vázquez, Daniel Flores o Ángel Arnoldo aparecen en investigaciones periodísticas que señalan conexiones con redes de protección de alto nivel.
Algunos de ellos fueron ejecutados; otros desaparecieron sin explicación.
fuente informativa: https://youtu.be/ZRC8eb-Rn-Y?si=4zzdrhtFcl55H1oF
En Colombia, el caso reciente de Miguel Uribe Turbay es un claro reflejo de esta compleja situación.
Fue Víctima de un atentado en junio y hospitalizado durante más de dos meses, su fallecimiento abre interrogantes sobre las tensiones políticas que podrían haber motivado el ataque.
Aunque las investigaciones oficiales atribuyen su muerte a un acto violento durante un mitin político, es inevitable preguntarse si su posible participación a la campaña presidencial, incomodaba a ciertos sectores.
La coincidencia podría ser casual. Pero siendo realista en distintos países, cuando la lucha por el poder se vuelve el objetivo principal, otros valores quedan relegados.
Lo que importa es el control, y para mantenerlo se justifican desde campañas de desprestigio hasta actos violentos.
El patrón es similar quienes amenazan con exponer redes de corrupción, lavado de dinero o tráfico ilegal se vuelven objetivos.
Si bien los métodos varían según el país, la lógica detrás de estos hechos parece una similitud para preservar el poder a cualquier costo.
Lo que ocurre con el huachicol fiscal en México, y las agresiones a figuras políticas en Colombia, o hechos similares en cualquier parte del mundo, no es un asunto que deba tomarse a la ligera.
Es un tema relevante porque refleja la sombra del sistema, donde se expone que las lealtades se compran y las vidas se descartan según convenga a la estrategia del poder.
En estas circunstancias, la política ha dejado de ser un instrumento para construir naciones; se ha convertido en un tablero de control y eliminación.











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