“30 mil detenidos: ¿gobierno de números o de hechos?”

El gobierno de Claudia Sheinbaum presume números que, en apariencia, buscan enviar un mensaje de eficacia: más de 30 mil detenidos, 15 mil armas aseguradas, 240 toneladas de droga decomisada y más de mil laboratorios inhabilitados en menos de un año.

Sin embargo, detrás de esa estadística oficial se esconde una paradoja que la ciudadanía no deja de percibir: las grandes estructuras del crimen organizado permanecen intactas.

La narrativa gubernamental insiste en que estos resultados son logros contundentes, pero para millones de mexicanos no son más que números fríos que no cambian la realidad cotidiana.

No se ha detenido a los verdaderos cabecillas del narcotráfico, del huachicol ni de las redes de corrupción que operan con la misma impunidad de siempre.

El problema radica en que el discurso oficial pretende maquillar una percepción social cada vez más extendida: se combate a los eslabones más débiles, mientras las cúpulas permanecen intocables.

La política de seguridad sigue midiendo el éxito en estadísticas en lugar de transformaciones tangibles, lo que genera inconformidad.

Por más que algunos medios y consultoras intenten sostener que la aprobación presidencial se mantiene en 70%, la medición parece cada vez más desconectada de la percepción ciudadana.

¿Hasta qué punto un discurso de patriotismo o soberanía vacío logra convencer, cuando la realidad cotidiana muestra que el crimen organizado sigue operando con impunidad?

El país ya no necesita cifras para generar buenas percepciones; lo que demanda son hechos que demuestren que la justicia no distingue jerarquías ni pacta en silencio.

El gobierno está tomando su propio riesgo y repitiendo un guion que sus antecesores ya aplicaron: gobernar con números mientras la realidad social cuestiona los hechos.