El pacto silencioso que debería alarmarte: México cuba.
- Javier García
- 5 may
- 3 Min. de lectura

El reciente acuerdo de cooperación firmado entre el partido Morena y el Partido Comunista de Cuba (PCC) no es un gesto diplomático inocente, es un acto profundamente simbólico que deja en evidencia una preocupante desviación de lo que México necesita.
El gobierno mexicano, bajo el liderazgo de Morena, está confundiendo gobernar con militar en un partido, y eso podría costarle muy caro a la nación mexicana.
Cuando un gobierno asume el poder, su deber no debería ser el fortalecer un partido, ni blindar un movimiento, mucho menos debería ser el de perpetuar una ideología que la historia nos repite que no ha funcionado a beneficio de los ciudadanos.
El mandato debe ser claro en un país democrático: “gobernar para todos”.
Sin embargo, lo que vemos hoy en México es una gobernanza sectorizada, donde se privilegia a la militancia sobre la ciudadanía, la lealtad partidista sobre el mérito, y la narrativa ideológica sobre la imparcialidad institucional.
La firma del acuerdo con un partido que representa un régimen autoritario, que reprime las libertades y no permite oposición política real, es un mensaje interno de lo que Morena admira y pretende imitar.
Y eso podría ser profundamente alarmante: El Desprecio por órganos autónomos y el debilitamiento de instituciones como El Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT) Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI) Comisión Reguladora de Energía (CRE) Comisión Nacional de Hidrocarburos (CNH) Comisión Federal de Competencia Económica (COFECE) entre otras más. El país ha sido dividido entre “pueblo bueno” y “conservadores”, eliminando matices y destruyendo el espacio del disenso.
La captura partidista del poder judicial: la designación de perfiles sin experiencia en tribunales, pero cercanos al oficialismo, es otra señal de alarma que más que una advertencia ya es un retroceso.
Frente a todo esto, en realidad los mexicanos no piden ideologías, piden justicia. Y con justicia no hablamos de frases de campaña ni de discursos revolucionarios, sino de la aplicación neutral de las leyes y el respeto a las instituciones.
Es ahí la parte interesante. Lo que México necesita es algo más básico: la imparcialidad.
Lo que gritan millones de mexicanos: el principio de imparcialidad no es una consigna abstracta. Es el cimiento de cualquier república democrática funcional. Significa que la ley se aplica sin importar a quién beneficie o a quién perjudique políticamente, que los jueces no deberían obedecer al partido político en el poder, y que las instituciones sirvan al país, no a un grupo.
Gobernar solo con ideología sin aplicación de justicia es gobernar a medias. Y gobernar a medias es traicionar a quienes hicieron posible que llegara.
México no necesita un partido que se inspire en Cuba, ni en Venezuela, ni en ningún modelo de poder perpetuo.
México necesita de instituciones fuertes, leyes claras, funcionarios con vocación y preparados, sobre todo un gobierno que entienda que su única ideología debe ser el servicio a la nación.
Lo que debe entenderse bien es que gobernar con parcialidad no es gobernar: es imponer. Y los mexicanos ya no están para imposiciones, están para exigir justicia imparcial, libre y verdadera.
"El contenido de esta colaboración responde exclusivamente a la visión y análisis de su autor, Se promueve así el libre ejercicio de expresión como fundamento de una sociedad plural."
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