🐍🎲 “Serpientes y Escaleras”: Cuando la Ambición se Viste de Uniforme Escolar (y de Maestra con Sed de Poder)

Imagina que estás jugando un juego de mesa clásico. Tiras el dado, avanzas, subes una escalera… y de pronto, ¡pum!, serpiente. Vuelves a caer. Pero ahora el tablero es Jalisco, el dado es la corrupción, y la reina del juego es Dora López, una prefecta tan calculadora que haría temblar a Maquiavelo con solo alzar la ceja. “Serpientes y Escaleras”, la nueva serie de Manolo Caro para Netflix, nos mete de lleno en un colegio privado donde la disciplina tiene nombre y apellido (Dora, obviamente), y donde los pasillos huelen a poder, hipocresía y perfume caro. Protagonizada por la siempre afilada Cecilia Suárez, esta no es la típica historia de adolescentes con problemas hormonales. Aquí la protagonista es una adulta obsesionada con escalar… aunque tenga que pisar a quien sea para lograrlo.

Una sátira que no se anda con rodeos Sí, Manolo Caro ya se convirtió en sinónimo de contenido que mínimo da de qué hablar. Pero esta vez, más allá del marketing automático que provoca su nombre y el de Suárez, hay sustancia. La serie se disfraza de comedia, pero detrás de cada chiste hay un puñal que apunta directo al corazón podrido del sistema.

En uno de nuestras reciente entrevista en un evento organizado por Netflix tuvimos la oportunidad de escuchar a Germán Bracco, quien interpreta a Nicolás Patiño, y sus palabras resumen perfectamente el tono de la serie:

“Lo patético, para que sea patético, requiere desconocimiento de sí mismo. El político que se cree intocable no sabe que da risa. Y esa es nuestra entrada para burlarnos de ellos.” Así que sí: la risa incómoda no es un efecto secundario, es la estrategia.

El poder como enfermedad contagiosa : La serie habla de ambición, sí, pero no como sinónimo de superación. Aquí, la ambición es más bien una infección. Se mete por los poros del sistema educativo, se filtra en las reuniones de padres, y explota cuando los intereses de dos familias poderosas se enfrentan. Lo más escalofriante de todo es que nada se siente exagerado. Todo podría pasar. Tal vez ya pasó. Tal vez está pasando.

Bracco lo dijo claro:

“La crítica que intentamos plantear es que el sistema y el Estado, que se supone deberían protegernos, son inmorales y te obligan a corromperte si quieres pertenecer, básicamente.” Y aunque el narcotráfico no es tema central, su sombra está ahí. Flota. Se intuye. Porque en este juego de serpientes, muchas cabezas se cortan… pero siempre crecen otras.

Sin entrar en spoilers, hay que decirlo: el final es una joya. Te deja con la boca abierta y la risa atorada, justo como cuando ves las noticias y dices: “esto parece broma”. Porque sí, todo en ese cierre es ridículo, surreal, y por eso mismo, tan mexicano.

¿Vale la pena verla?

Sí. Serpientes y Escaleras no solo entretiene: te incomoda, te hace reír de lo que no deberías, y te recuerda que la verdadera comedia es esa que revela lo trágico.

Pero no esperes respuestas, ni héroes, ni finales Disney. Espera sarcasmo, tensión, cinismo, y un recordatorio de que el poder no corrompe: el poder revela. Y a veces lo que revela... da risa. O miedo. O ganas de mudarte a Finlandia.