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“Tren Maya: el ecocidio institucional del siglo”

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El proyecto estrella de la autollamada Cuarta Transformación no solo avanza sobre rieles: también arraso con selvas, cenotes, especies protegidas y principios mínimos de conservación ambiental.


Así lo denunció el diputado federal Rubén Moreira, quien calificó al Tren Maya como un “ecocidio institucionalizado”, señalando una cadena de decisiones políticas que provoco deforestación masiva, fragmentación de hábitats y el sacrificio de fauna en peligro.

 

Durante la emisión del programa “Con Peras, Manzanas y Naranjas”, acompañado por el conservacionista Ignacio Loera y el analista Mario Di Costanzo, Moreira expuso lo que ya muchos han callado: el Tren Maya se construyó  sin planeación ambiental, sin transparencia, y con la complicidad de empresas sin experiencia en conservación.


“Le metieron un tren a la selva, sin respeto por los ecosistemas ni por las especies que ahí habitan. Se partió el hábitat del jaguar, símbolo de los pueblos originarios y de nuestra biodiversidad”,  denunció Moreira.

 

Loera documentó la tala de más de 10 millones de árboles en 6,600 hectáreas, muchas de ellas sin autorización legal. Denunció que los tramos del tren están cercados, impidiendo el paso libre de la fauna, lo que ha facilitado la caza ilegal.


Además, el 70% de los cenotes en Yucatán están contaminados por la obra, y los pasos de fauna no funcionan: se convierten en trampas mortales para especies como el jaguar, de los que quedan menos de 5,000 en todo el país.


Uno de los datos más alarmantes es que el gobierno federal asignó un contrato de más de 9 millones de pesos a Susomas Soluciones Ambientales S.A. de C.V., empresa sin experiencia comprobada en conservación de fauna silvestre.


Esta empresa ha sido responsable de decisiones como la reubicación forzada o sacrificio de especies protegidas, sin auditoría ni respaldo científico.


“¿Quién decide qué animal vive o muere? ¿Con qué criterios? ¿Dónde están las credenciales de esta empresa?”, cuestionó el legislador.

 

 

Mario Di Costanzo remató con una crítica que resuena en la lógica ciudadana


“Es un tren que no jala, con estaciones sin sistema, vagones vacíos… y mientras tanto, la selva paga las consecuencias.”

Para él, este proyecto es una mezcla de improvisación, corrupción técnica y simulación política. No se trata solo de un problema ambiental, sino de una muestra más del desprecio por la rendición de cuentas.

 

Los tres  llamaron a la ciudadanía a no dejarse engañar por la narrativa oficialista del “progreso” y a exigir transparencia y justicia ambiental.


“La península de Yucatán no merece esto. No se puede construir un tren sobre el cadáver de la selva”, advirtió Moreira.

 

La contratación de una empresa sin experiencia y la violación de compromisos ambientales podrían derivar en presión internacionales, Países como Estados Unidos y Canadá podrían activar mecanismos  por incumplimiento de cláusulas ecológicas.



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