La Guerra el uso político del caos global: Y quien gane la narrativa, gana la legitimidad.
- Javier García
- 23 jun
- 2 Min. de lectura

La guerra ya no solo se libra en los campos de batalla. Se libra en las mentes, en las redes, en las pantallas. El reciente ataque ordenado por Donald Trump contra instalaciones nucleares iraníes no solo encendió alarmas militares.
Desató una guerra silenciosa, pero brutal, de percepciones. Una campaña coordinada, particularmente desde sectores alineados con la izquierda global, intenta posicionar a Trump no como el líder que actúa ante una amenaza, sino como el responsable de un inminente colapso económico mundial.
La justificación del bombardeo se centra en neutralizar amenazas atómicas en Fordow, Natanz e Isfahán.
Pero la respuesta iraní, incluyendo la amenaza (y posible cierre) del Estrecho de Ormuz —por donde transita cerca del 30% del petróleo del planeta—, fue inmediatamente aprovechada para disparar una nueva narrativa. “Trump desestabiliza el mundo.”
Y así, la guerra narrativa entró en su fase más peligrosa. Una izquierda sincronizada. Donde culpa siempre al externo.
Los Gobiernos populistas, periodistas de afinidad ideológica y estrategas del caos han encendido la maquinaria.
Trump es retratado como incendiario, autoritario y enemigo de la paz.
¿Qué hay detrás de esta victimización? Una operación sincronizada para:
1. Blindarse de sus crisis internas (inseguridad, pobreza, estancamiento).
2. Evadir responsabilidades gubernamentales en, economía y derechos humanos.
3. Mantener polarizada a su base electoral, proyectando enemigos externos que los “obligan” a endurecer su control interno.
Hoy, México está parado sobre una línea delgada.
Por un lado, coquetea discursivamente con ejes como Rusia, China e Irán, pero depende económicamente de Estados Unidos.
Por el otro, sus líderes desvían la atención de la realidad interna: inseguridad, inflación, corrupción… Ese doble discurso ya tiene consecuencias. En EE.UU., algunos congresistas piden revisar las ayudas y relaciones con gobiernos que simpatizan con regímenes antidemocráticos.
¿Está México preparado?
¿O solo juega con fuego para movilizar a sus bases electorales en medio del conflicto global?
Trump, por su parte, sabe lo que hace. No es solo un tema militar.
Ataca, pero deja espacio para la negociación. Se muestra implacable, pero ofrece diálogo. Se proyecta como “el único capaz de detener a Irán”, y también da el tiempo necesario para que sus rivales y aliados se definan.
Es un juego de ajedrez en el que cada bomba también es un mensaje electoral, y cada respuesta enemiga es capital político interno.
La izquierda internacional quiere ganar la narrativa global culpando a Trump del caos.
Se dicen ser democráticos, mientras impone leyes mordaza y persigue a críticos en redes. Ese mismo gobierno de izquierda acusa de guerras, mientras negocian o respaldan a quienes amenazan con bloquear el petróleo mundial y cerrar el estrecho de Ormuz.
Este análisis es con la intención de no permitir que las narrativas ideológicas nos vuelvan ciegos ante los hechos.
La guerra ya no es solo militar. Es comunicacional. Y quien controle la percepción… controlará el rumbo del poder mundial.











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