“Pobreza en México: cifras bajan en los informes, pero la realidad...”
- Javier García
- 19 ago
- 2 Min. de lectura

En la tragicomedia política mexicana, el guion nunca cambia: basta con un buen storytelling, un par de gráficas “maquilladas” y el sello de la Cuarta Transformación para convencernos de que todo va viento en popa.
El libreto ya lo escribió AMLO y ahora a Claudia Sheinbaum le toca repetir con disciplina teatral: “se redujo la pobreza”.
El pequeñísimo detalle, casi irrelevante, es que los problemas estructurales siguen intactos. Las obras insignia quedaron inconclusas, los hospitales sin atención y no hay medicinas, la inseguridad se arraiga en más del 85 % del territorio mexicano, y el huachicol, que se presumía erradicado, hoy aparece más fuerte que nunca. Pero, claro, ¿qué importa la realidad cuando el marketing político lo puede todo?
La jugada es simple: desterrar organismos incómodos como el Coneval, imponer operadores leales y usar la estadística como maquillaje. El resultado es un país donde la percepción importa más que la salud, la educación o la vida misma.
En el sexenio de AMLO se cerró con un crecimiento acumulado del PIB cercano al 5.5 %, el más bajo desde los años 80, con un promedio anual de apenas 1 %.
La recuperación post-pandemia fue lenta, y el PIB per cápita apenas volvió a niveles de 2019. y en el gobierno de Claudia 2025, es de un raquítico 0,7 %. Aun así, nos quieren vender la idea de que vivimos el milagro económico de la 4T.
Pero aquí viene lo mejor: según las cifras oficiales, 13.4 millones de personas salieron de la pobreza y la brecha entre ricos y pobres se redujo (de 38 veces más ingreso a 14). ¿Magia? ¿Milagro? ¿O simplemente un truco de percepción?
La conclusión es brutal: la reducción de la pobreza en el discurso es una herramienta política, no un reflejo real de bienestar.
Pero si algo nos ha enseñado este gobierno es que la impunidad se disfraza de justicia, los montajes se venden como éxitos, y las series de Netflix se quedan cortas frente al espectáculo de la política mexicana.
Al final, lo único que realmente se transformó fue el manual de propaganda.
El país sigue igual: con pobreza estructural, inseguridad imparable y un aparato de poder que protege a los mismos de siempre.
En esta tragicomedia, Sheinbaum hereda el libreto de AMLO: fabricar la ilusión de progreso, mientras la realidad se cae a pedazos.
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