"Reforma Judicial: El Juego del Poder y la Voz del Pueblo"
- Javier García
- 4 sept 2024
- 3 Min. de lectura
Una vez más, mientras el pueblo dormía, soñando con justicia y equidad, los “representantes” de la Cámara de Diputados orquestaron otro acto de “democracia”. A las 3 de la mañana, en una sede alterna —porque, claro, la Cámara estaba bloqueada por trabajadores judiciales—, se aprobó la reforma al Poder Judicial.
Y así, en lo oscurito, el oficialismo logró su victoria: 359 votos a favor, cero abstenciones y 135 en contra.
¡Qué curioso! Sin quejas, sin preguntas, sin ningún titubeo.
Porque levantar la mano y obedecer, como en los viejos tiempos del PRIAN, sigue siendo la tarea principal de los vasallos.
Esta reforma, que supuestamente le da poder al pueblo para elegir jueces y ministros mediante voto popular, en realidad nos devuelve a la misma historia de siempre: listas filtradas por el todo poderoso.
Porque, ¿quién mejor para decidir quiénes son dignos de juzgar que aquellos en el poder? Lo que diga el pueblo queda relegado.
Las reglas las dicta el “gran líder” y su séquito de fieles que, entre bostezos, dieron el visto bueno a la reforma.
El famoso PRIAN, o la mafia de cuello blanco, solo cambia de color, no de táctica.
Y mientras el oficialismo se pavonea con su triunfo, la oposición, fiel a su estilo, hizo lo que mejor sabe: quejarse después de la derrota.
El PAN votó "bajo protesta", porque al parecer les incomoda recordar que, en su momento, ellos habrían propuesto algo similar.
El PRI y MC también rechazaron la reforma, pero, siendo realistas, ¿qué más les queda? Criticar con la boca cerrada y esperar que su turno de reciclar el poder llegue otra vez.
Mientras tanto, López Obrador, con un sólido 62% de aprobación, sigue siendo el líder incuestionable para millones, a pesar de que, seis años después, las promesas de "no robar, no mentir, no traicionar" suenan tan vacías como los bolsillos de quienes creyeron en ellas.
La esperanza de un país diferente se ha diluido entre mañaneras y promesas rotas, pero no importa, porque desde el púlpito presidencial todo error se perdona.
Y luego está el circo de Alito Moreno, el dirigente del PRI, quien podría seguir aferrado al trono hasta el 2032. Mientras el INE decide si su reelección fue legítima o no, él se mantiene tranquilo, sabiendo que las bendiciones del todo poderoso lo arropan.
destacando a exlíderes del PRI, como Dulce María Sauri y Pedro Joaquín Coldwell, exigen la nulidad de su elección, calificándola de "farsa".
¿Pero qué más se puede esperar? Los tiempos del PRI, aunque lejos de sus días dorados, siguen igual de grotescos.
Al final del día, lo único que ha cambiado es el color del partido en el poder, porque la historia sigue igual.
La política mexicana continúa atrapada en un ciclo de promesas vacías y manipulación. Y mientras tanto, el pueblo, ese que sigue creyendo en cambios que nunca llegan, observa cómo las viejas tácticas de poder se reinventan, solo para mantenerlo domado. y en santa Paz.
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