“Sheinbaum confirma Demanda por difamación; ”
- Armando Javier Garcia

- 16 jul
- 5 Min. de lectura

Una demanda por difamación que no tiene excusa legal, pero que sirve para tapar una crisis de narrativa.
Un abogado desde Estados Unidos que la acusa de ser el "brazo de relaciones públicas" del narco, y un país atrapado entre pactos ocultos, discursos soberanistas y silencios que gritan.
El caso Sheinbaum vs. Jeffrey Lichtman, abogado de Ovidio Guzmán, pone sobre la mesa mucho más que un conflicto mediático. Expone la fragilidad institucional de un gobierno que prefiere el simbolismo ruidoso a la rendición de cuentas reales.
Mientras Claudia Sheinbaum asegura que no dialoga con narcoabogados, circulan imágenes de ella junto a Juan Pablo Penilla Rodríguez y Sergio Arturo Ramírez Muñoz, abogados ligados a Ismael “El Mayo” Zambada. La sociedad no olvida. La imagen también comunica, y la contradicción entre el discurso y los hechos mina la credibilidad presidencial.

En este contexto, el abogado estadounidense Jeffrey Lichtman lanza una acusación fulminante: señala a Sheinbaum de ser el “brazo de relaciones públicas” del narco.
¿Qué pasará cuando ya no quede narrativa que sostenga las omisiones?
Lichtman, abogado de “Los Chapitos”, hace una acusación alarmante al asegurar que la presidenta Claudia Sheinbaum “actúa como vocera de una organización criminal”. Ella respondió que no dialogará con un abogado de narcos y que presentará una demanda por difamación. Sin embargo, esa declaración tiene más de propaganda que de sustento jurídico.
El marco legal mexicano establece o establecía que los funcionarios públicos están sujetos a mayor escrutinio y crítica.
Los precedentes legales nacionales y los estándares internacionales de libertad de expresión hacen inviable una demanda de este tipo.
Además, el abogado reside en Estados Unidos, donde la libertad de expresión goza de protección amplia.
No hay base legal clara. Lo más probable es que se trate de una estrategia para desviar el foco de lo que realmente está ocurriendo en México.
La violencia, enfrentamientos entre grupos criminales, desapariciones y una creciente desconfianza ciudadana por la falta de atención a los temas estructurales.
Y ante todo esto, la presidenta visitó recientemente Sinaloa, en medio de una ola de violencia provocada por el enfrentamiento entre “Los Chapitos” y “Los Mayitos”. Y esa visita ya tuvo respuesta inmediata, mantas, asesinatos y desapariciones se han vuelto cotidianos.
Desde septiembre de 2024, más de 1,500 personas han sido asesinadas y 1,800 están desaparecidas.
Solo en junio se registraron 295 homicidios y 80 desapariciones. Ante este escenario, Sheinbaum prometió instalar el Gabinete de Seguridad de forma permanente en Culiacán. Pero la narrativa oficial intenta blindarse con el mismo discurso de siempre, mientras la realidad revela otros datos.
Si el gobierno quiere credibilidad, debe dejar de teatralizar la justicia y comenzar a ejercerla.
Porque mientras se anuncian demandas sin fundamento, los verdaderos responsables del crimen organizado siguen operando. Teniendo muy en cuenta que para los Estados Unidos la alerta no solo radica en el tráfico del fentanilo sino en el financiamiento que fortalece a los cárteles mexicanos y en ese contexto hay una alerta, por el huachicol y que hasta este momento el gobierno mexicano ha preferido omitir una postura y ha preferido desviar la atención.
Mientras la presidenta Claudia Sheinbaum afirma que “la oposición se alegra de que le vaya mal a México”, lo que en realidad ocurre es algo mucho más grave: ella se niega a entender las consecuencias de la política exterior que su propio gobierno decidió seguir.
Nadie en su sano juicio celebra que impongan aranceles a México.
Lo que la oposición y una parte creciente de la ciudadanía señalan con preocupación es el costo que están pagando millones de mexicanos por una estrategia diplomática basada en el orgullo ideológico, no en la responsabilidad.
La presidenta no asume que la falta de cooperación real en temas como el fentanilo, el huachicol o el crimen organizado está generando tensión con Estados Unidos.
Y no es una narrativa impuesta por Washington; son los hechos, las cifras, los muertos, los desaparecidos… y la impunidad.
Culpar a “la oposición”, al “golpismo”, o a los “neoliberales” por todo, mientras exonera a figuras sin investigación ni transparencia, solo exhibe lo que muchos ya intuyen: la 4T ha perdido el control del relato porque también ha perdido el control de la realidad.
Lo que la presidenta no dice, pero el pueblo sí vive, es que no hay peor traición a México que blindarse en el poder a costa de la verdad.
No es la oposición la que “quiere que al país le vaya mal”, es su gobierno el que está tomando decisiones que lo están llevando directo al abismo.
Debido a que algunos se enfocan en lo mediático sobre la demanda de difamación, esto no se trata de si Sheinbaum ganará la demanda, sino de si el pueblo mexicano puede ganar algo en medio de este juego narrativo.
Hasta ahora, los ciudadanos son los que están pagando los platos rotos de esta postura política.
Lo más llamativo de esta crisis no es solo la contradicción, sino el silencio de quienes deberían respaldar a la presidenta para reorientar el rumbo del país.
Hasta este momento, ni Luisa María Alcalde (presidenta nacional de partido Morena), ni Andrés Manuel López Beltrán “Andy” (secretario general del partido), han emitido postura alguna.
Un silencio que para muchos refleja una distancia calculada.
Dado el avance de investigaciones internacionales sobre redes de corrupción, tráfico de influencias y crimen organizado, no es descabellado pensar que el silencio sea una medida preventiva: alejarse de los reflectores para no ser salpicados por posibles revelaciones (como las que podrían surgir tras las indagatorias transnacionales).
Andy no ha desaparecido del todo, pero su ausencia pública parece responder más a una necesidad de autoprotección narrativa y legal.
Y otro tema que llama la atención es que la coalición que la llevó al poder empieza a mostrar fracturas visibles.
En varios estados de la república, el Partido Verde Ecologista de México (PVEM) comienza a desmarcarse de Morena, construyendo narrativas propias, incluso con el respaldo de gobernadores morenistas. Más aún: en algunos estados, ese distanciamiento ha sido respaldado por el propio presidente del Senado.
Y alguno que otro ya pactaron con el partido movimiento ciudadano. Continuara…
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