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“El doble filo de México en la visita de Marco Rubio”

Colaboracion mexico - Estados Unidos
Colaboracion mexico - Estados Unidos

La visita de  Marco Rubio a México no puede entenderse como un acto diplomático ordinario.

Sus declaraciones fueron contundentes.


 “Nunca en la historia de los dos países ha habido el nivel de cooperación que existe hoy”.

Un mensaje que, más allá de la cortesía protocolaria, revela que la seguridad mexicana se ha convertido en asunto de seguridad nacional para Estados Unidos.

 

Sin embargo, el trasfondo es incómodo para el oficialismo. Mientras Claudia Sheinbaum insiste en erigirse como defensora de la soberanía, su gobierno estrecha vínculos de cooperación con Washington.


La contradicción es evidente: lo que antes se negaba con vehemencia, hoy se reconoce en voz de un secretario extranjero, dejando a la mandataria en un terreno donde el discurso y la realidad no terminan de coincidir.

 

Tras la reunión, Sheinbaum resumió el encuentro en cuatro ejes: reciprocidad, respeto a la soberanía, integridad territorial, responsabilidad compartida y confianza mutua. Sobre el papel, la narrativa es impecable.


Pero, al analizarla con frialdad, aparecen matices reveladores.

  • Reciprocidad y confianza mutua: buscan proyectar simetría, pero la relación sigue marcada por la necesidad mexicana de contar con la cooperación estadounidense.

  • Respeto a la soberanía e integridad territorial: términos que tranquilizan a sus bases, pero que en los hechos se convierten en un ejercicio de retórica, pues Washington entiende cooperación como resultados concretos, no como símbolos.

  • Responsabilidad compartida: un concepto diplomático que diluye culpas, pero no resuelve la violencia que cada día erosiona la vida pública del país.


El saldo es una asimetría de narrativas.

  • Para Estados Unidos, México es un socio necesario, pero débil.

  • Para la opinión interna, la soberanía se declama en discursos, mientras en las calles impera la inseguridad.


Sheinbaum enfrenta, entonces, el desafío de gobernar con un doble lenguaje.

 

Por un lado, pretende mostrarse firme ante sus seguidores, negando cualquier subordinación; por el otro, no puede ignorar la presión estadounidense que exige resultados tangibles en su gobierno.

 

Este juego de equilibrios puede terminar por desgastarla: entre la pérdida de credibilidad interna y el aumento de la dependencia externa.


La pregunta es inevitable: ¿estamos ante una administración que maneja con inteligencia la soberanía mexicana, o frente a una estrategia de simulación que tarde o temprano pasará factura en el terreno político y diplomático?


 

“¿Aún es traición a la patria aceptar la colaboración y el apoyo de Estados Unidos para combatir al crimen organizado?”

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