“El verdadero retroceso de un país no está en la economía, está en el pensamiento”
- Armando Javier Garcia
- 20 sept
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En México no es la pobreza lo que más hiere, ni siquiera la violencia que atraviesa cada rincón.
Lo que golpea con más fuerza es la contaminación del pensamiento: esa forma de aceptar la derrota como destino, la normalización de los males y de confundir lealtad con resignación.
Podría pensarse que este fenómeno es reciente, que nació con los vicios del poder contemporáneo.
Pero si miramos con más atención, notaremos que se trata de un largo retorno al pasado: un retroceso cultural y político que ha convertido la memoria en un terreno baldío.
Se nos habla de progreso, de justicia y de futuro, pero la realidad es que caminamos hacia atrás.
El pensamiento colectivo parece anclado en una nostalgia peligrosa: la de creer que las soluciones pueden venir de los mismos métodos, las mismas palabras y los mismos liderazgos que ya demostraron sus límites.
Lo más grave no es el error de los gobiernos, sino la naturalización de ese error por parte de la sociedad.
La descomposición no se mide solo en instituciones débiles o en cifras de inseguridad; se mide en la forma en que dejamos de cuestionar, en la manera en que aplaudimos lo que no entendemos y repetimos lo que no analizamos.
En ese terreno fértil de la descomposición social germinan los discursos fáciles y los liderazgos cómodos.
Ahí, donde la crítica desaparece y la memoria se acorta, florecen políticos que no construyen, sino que se alimentan de la fragilidad colectiva.
La sociedad, en lugar de ser un espacio de transformación, se convierte en un espejo que refleja sus propias carencias.
Este fenómeno no es exclusivo de México; se repite en distintas latitudes donde la falta de criterio crítico y de pensamiento analítico abre paso al oportunismo.
Todo parece indicar que la fertilidad de la ignorancia y la apatía se transforma en el terreno más valioso para quienes, bajo el disfraz de ser guardianes de la patria, solo buscan perpetuar su permanencia en el poder.
“Un país no retrocede por falta de recursos, retrocede cuando su gente deja de pensar.” Armando Javier García.
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